Pocos festejos son tan mexicanos como el de comer rosca de Reyes el día de la Epifanía o 5 de enero; sin embargo, esta costumbre parece remontarse a la época del antiguo Imperio Romano. La Iglesia católica, como hizo con muchas otras tradiciones paganas, incorporó esta práctica a la religión cristiana, la cual, por medio de los colonizadores, llegó a la Nueva España.
La deliciosa rosca de origen europeo pronto comenzó a tomarse acompañada del sabrosísimo chocolate americano.
Aunque sólo hay una receta para elaborar la masa de la rosca, se puede decorar con distintos dulces confitados: acitrón, higos, naranjas, cerezas, orejones, limones y piña; también se le ponen vistosas flores de Nochebuena para hacerla más atractiva.
La merienda estaba, pues, completa, y sólo había que invitar a parientes y amigos a disfrutarla. Pronto se organizaron juegos y, aunque no se sabe exactamente cuándo, se fue haciendo tradición esconder en la masa de la rosca una figurita de plástico del Niño Dios.
Hasta nuestros días, quien la encuentra en su ración, se convierte en el padrino del Niño Dios y se le encarga ser anfitrión en la fiesta del Día de la Candelaria, el 2 de febrero.
Hay quien prefiere tragarse el trozo de pan con todo y muñeco antes que asumir el compromiso, así que para evitar que el Santo Niño se quede sin padrino, se colocan tres o más figuras en la rosca. Esta medida también sirve para que los gastos de la próxima celebración sean compartidos entre todos los "padrinos".
También se ponen otros objetos dentro de la rosca: pueden encontrarse anillos, que significan matrimonio próximo, o dedales, que indican a quien los encuentra que permanecerá soltero durante todo el año que comienza. En algunos lugares de España se esconde en la masa un haba

No hay comentarios.:
Publicar un comentario